Memoria recobrada (1931-1939) LXXII

Recordemos aquello que fue y por qué sucedió. La presente entrega conforma un mosaico de asesinatos llevados a cabo en la zona gobernada por el Frente Popular de la II República.

En la ciudad de Santander los dirigentes del Frente Popular habilitaron tres checas: la Municipal, la de la calle del Sol y la de los Ángeles Custodios. El socialista Manuel Neila, dependiente de comercio, fue nombrado jefe de Policía y de inmediato destino su cometido de represión secundado por una guardia de milicianos dados a imponer el terror y ejercitar el saqueo y el asesinato. Cuando la capacidad de las checas quedó rebasada empezaron las sacas. Las víctimas eran conducidas al faro de Cabo Mayor para ser arrojadas vivas al mar Cantábrico desde los cuarenta metros de altura del farallón y a las tapias del cementerio de Ciriego para su fusilamiento. Los detenidos en el barco prisión Alfonso Pérez fueron asesinados unos en Cabo Mayor y la mayoría ametrallados en la cubierta del barco o bombardeados con granadas de mano en la bodega donde se hacinaban. Los once frailes trapenses del monasterio de Cóbreces, después de sufrir tortura, fueron llevados a Cabo Mayor para, con las manos atadas a la espalda y con la boca cosida con alambre, ser arrojados vivos al precipicio.

En el municipio malagueño de Ronda desde finales de julio a mediados de agosto de 1936 fueron asesinadas en el cañón que rodea la villa quinientas doce personas elegidas, trasladadas y despeñadas por milicianos del Frente Popular.

En la barriada almeriense de La Garrofa veintiocho personas fueron asesinadas a tiros en su playa el 14 de agosto de 1936, y posteriormente arrojadas mar adentro de dos en dos, atadas con cuerdas, desde una embarcación a motor. Los cuerpos aparecieron en la desembocadura del río Andarax.

El corresponsal de la agencia de noticias norteamericana de noticias Associated press, Edward Knoblaugh, informó de la matanza de ochenta militantes socialistas de la UGT por militantes anarquistas de la CNT: “Anarquistas y socialistas y comunistas se mataban entre sí con regularidad. Cientos de izquierdistas moderados eran ejecutados bajo la acusación de sabotajes y actividades contrarrevolucionarias”.

    Finalizando el verano de 1936 cerca de Barbastro, fueron asesinados por militantes anarquistas veinticinco afiliados a la UGT.

    En octubre de 1936, en la madrileña plaza de Tetuán y calles aledañas, hubo cincuenta muertos por enfrentamientos entre fuerzas del orden y milicianos anarquistas.

    En noviembre de 1936 la ciudad de Valencia registró un enfrentamiento armado, que dejó casi ciento cincuenta muertos, entre los anarquistas de la Columna de Hierro y la Guardia Popular Antifascista integrada por militantes socialistas y comunistas.

    Los últimos días de enero de 1937 tuvo lugar el episodio conocido por los Hechos de la Fatarella. En esta localidad tarraconense fueron asesinados treinta y siete campesinos por los milicianos anarquistas que imponían la colectivización de las tierras.

    Cuando a la una de la tarde del miércoles 5 de mayo de 1937, Antonio Sesé Artaso, dirigente del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC, comunista), consejero de la Generalidad de Cataluña y secretario general de la UGT en Cataluña, se dirigía al Palacio de la Generalidad, en Barcelona, para jurar su cargo fue tiroteado y muerto en la calle Caspe, frente al Sindicato de Espectáculos Públicos de la CNT. Los anarquistas afirmaron que Sesé había sido víctima de un disparo procedente de las barricadas de la Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), en el Paseo de Gracia. Una hora después, muy cerca de allí, en la calle Cortes, moría en una refriega Domingo Ascaso Abadía, miembro de la CNT. Era hermano de Francisco, uno de los líderes anarcosindicalistas junto con José Buenaventura Durruti Dumange y Juan García Oliver.

    Camillo Berneri llegó a Barcelona para dirigir a los voluntarios italianos contra el fascismo en el campo de batalla. Apenas estuvo en el frente, pues alegando dolencias varias regresó a Barcelona donde se dedicó a tareas de propaganda impresa y radiofónica. Su patente desafección por la revolución rusa le situó en una posición contraria a la oficialista de la III Internacional (Comintern) y por ende a oponerse al dirigente máximo comunista Joseph Stalin. A principios de mayo de 1937, Berneri lanzó un alegato en defensa del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), que dirigía Andrés Nin, acusado de traidor y perseguido por socialistas y comunistas. Camillo Berneri residía en un piso con sus compatriotas Francesco Barbieri, Tosca Tantini y Fosca Corsinovi, vigilado por las milicias socialistas y comunistas. La madrugada del 6 de mayo una quincena de milicianos irrumpió en la vivienda armas en ristre, y tras un violento forcejeo Barbieri y Berneri fueron conducidos a las dependencias de seguridad sitas en la plaza de Cataluña. Por la mañana una delegación de la UGT se presentó en el piso para informar a las dos mujeres que sus compañeros serían liberados pronto. La realidad es que ya entonces eran cadáveres depositados en el Hospital Clínico.

En los barcos prisión Cabo Quilates y Altuna Mendi, atracados en el puerto de Bilbao, y el Arantzazu Mendi, arribado desde San Sebastián, desde la segunda quincena de septiembre de 1936 fueron asesinados los entre ciento veinte y ciento cincuenta prisioneros en ellos encerrados.

    En Durango el 25 de septiembre de 1936 los milicianos de las Juventudes Socialistas Unificadas integrados en el Batallón Rusia sacaron de la prisión local a veintidós detenidos que de inmediato fusilaron en las tapias del cementerio.

    Los presos supervivientes de las matanzas junto con los que iban siendo recluidos, fueron trasladados a la cárcel provincial de Bilbao, llamada de Larrínaga, y a otras tres improvisadas: los conventos de El Carmelo y de los Ángeles Custodios y la Casa Galera. Algunos prisioneros lograron ser canjeados, pero otros sufrieron la represalia del asesinato. El 4 de enero de 1937, elementos de los batallones Malatesta de la CNT y Castilla de las JSU asaltaron las cárceles; aunque los vigilantes ayudaron a que pasaran. En la provincial de Larrínaga asesinaron a cincuenta y cinco preso; en El Carmelo la acción asesina quedó reducida a siete muertos por la reacción a la defensiva de los presos que asustó y alejó a los asaltantes; en los Ángeles Custodios protagonizó la matanza el batallón Asturias, de la UGT, al que la Consejería de Gobernación vascongada había pedido ayuda, asesinando a unos presos en las celdas y a otros, atados de cinco en cinco, en el patio, hasta ciento nueve; en la Casa Galera también fueron elementos socialistas del batallón Asturias los asesinos de cincuenta y tres presos, pudiendo escapar el resto por una puerta trasera cuyo acceso facilitó el director del centro de reclusión improvisado.

    En las cuatro cárceles los cadáveres fueron saqueados, incluso con mutilaciones. El gobierno vasco prohibió cualquier noticia sobre las matanzas.

La primera escuela pública gratuita de Europa. San José de Calasanz

Sacerdote católico y pedagogo, José de Calasanz Gastón nacido en la oscense localidad de Peralta de la Sal el año 1557, fundó la primera escuela gratuita, popular y cristiana de Europa y la Orden de los Padres Escolapios; asimismo es el patrón de las escuelas públicas cristianas.

José de Calasanz

Imagen de alfayomega.es

Habiendo recibido una esmerada educación de sus padres continuó aprendiendo en el colegio de Peralta. Su siguiente escuela fue la de Estadilla, en la demarcación de Barbastro, también provincia de Huesca. Después estudió Filosofía y Leyes en la capital ilerdense, doctorándose en esta última. Completó su formación académica y humanista con los cursos de Teología impartidos en Valencia y Alcalá de Henares.

    Su vocación sacerdotal había surgido a los catorce años, pero no fue ordenado sacerdote hasta 1583, a la edad de veinticinco. El inicio de su ministerio tuvo lugar en la Diócesis de Albarracín, provincia de Teruel, zona montañosa y aislada que le vio recorrer los caminos y visitar los hogares para llevar la palabra de Dios. Por su buen hacer sacerdotal se le encargó mediar en la disputa de dos familias principales barcelonesas, y tras lograrlo el obispo de Urgel, Andrés Capilla, le nombró su teólogo, confesor y vicario general. Con el obispo marchó a Lérida cuando allí se le destinó, y con el Visitador apostólico, en calidad de secretario, a la abadía de Montserrat. Finalizado el periplo, el obispo de Urgel reclamó a José de Calasanz para que desempeñara la tarea de Vicario general del distrito eclesiástico de Tremp.

    El mismo Andrés Capilla que lo deseaba junto a su lado le aconsejó que se trasladara a Roma; obedeciendo en 1592. En la ciudad eterna tuvo como protector al Cardenal Marcantonio Colonna, de quien José fue teólogo e instructor para su sobrino.

En Roma José se integró en las Cofradías de la Doctrina Cristiana, que eran asociaciones dedicadas a la caridad, y especialmente al cuidado de los niños desamparados y enfermos. Durante este periodo de labor incansable y comprensión del mundo que le rodeaba, José de Calasanz sintió que debía posibilitar una buena y prolongada enseñanza a esas criaturas desvalidas, huérfanas en su mayoría y malviviendo en la calle. Su propuesta de una escuela para los necesitados no obtuvo el beneplácito enseguida. Pasó un tiempo de trabajo e insistencia hasta que en 1597 pudo acondicionar la primera aula en la sacristía de la iglesia de Santa Dorotea, en el barrio romano del Trastévere, gracias a su párroco Antonio Brendani. Había por fin organizado la primera escuela gratuita de Europa. Pocos alumnos acudieron al principio, pero corriendo la noticia de la escuela y la habilidad docente de su principal maestro, con la ayuda de compañeros sacerdotes implicados de lleno en la causa, algunos laicos ofreciendo colaboración de toda clase, incluida la económica, al cabo de dos décadas más de mil quinientos niños disfrutaron de la primera escuela cristiana, popular y gratuita en la iglesia de San Pantaleón.

    El papa Clemente VIII aportó una contribución anual que sirvió de ejemplo para promocionar tan benemérita obra escolapia; porque a sus institutos educativos José los denominó Escuelas Pías, y escolapios a los padres que ejercían la enseñanza y el cuidado con él. Pronto las Escuelas Pías se difundieron por Italia y el resto de Europa.

En 1602 José de Calasanz fundó su congregación religiosa, que además de impartir docencia dedicaba empeño a la atención espiritual y física, por enfermedad y decrepitud, de los necesitados.

    El año 1612 la escuela fue transferida al palacio de Torres junto a San Pantaleone, donde José vivió de la misma manera entregada hasta su fallecimiento en 1648. Beatificado el 7 de agosto de 1748, fue canonizado por el papa Clemente XIII el 16 de julio del 1767.

    El 13 de agosto de 1948 José de Calasanz fue declarado patrono universal de las escuelas cristianas en el mundo por el papa Pío XII.​ La Iglesia católica lo considera el santo patrón de los educadores y maestros, junto con Juan Bautista de la Salle.​

Artículos complementarios

    Santo Domingo de Silos

    San Isidoro de Sevilla

    Santa Teresa de Jesús

    San Juan de la Cruz

    Fray Juan Gilabert Jofré

    Juan Luis Vives

    El rey santo

    San Ignacio de Loyola

El célebre fiato de Miguel Fleta

Las cualidades naturales de Miguel Fleta, nacido en la localidad oscense de Albalate de Cinca el año 1893, lo convirtieron en un tenor de grandes cualidades. Una voz bella, poderosa y dúctil, acompañada por un carácter apasionado, le permitía magníficas interpretaciones de los melodramas de la ópera italiana. Su dosificación del aire al respirar (fiato) le hizo célebre al poder emitir una nota a plena voz reduciendo acto seguido el volumen poco a poco hasta transformarlo en un hilo sonoro apenas audible.

Miguel Fleta

Imagen de greattenors.blogspot.com

Se inició cantando jotas aragonesas. De aquel éxito popular surgió el interés por descubrir las capacidades de su voz en otras vertientes musicales, para lo que solicitó plaza de estudio en el Liceo de Barcelona. Culminada esta etapa, la siguiente lo llevó a Italia con la maestra Luisa Pierrich, posteriormente su esposa.

    Su debut tuvo ocasión el año 1919 en Trieste cantando la ópera Francesca da Rimini de Riccardo Zandonai; y la consagración le llegó en 1920 en Roma con la ópera Tosca de Giacomo Puccini. Fue el inicio de una carrera internacional que le presentó como tenor lírico spinto (mayor potencia de voz que el tenor lírico) y dramático, teniendo en las interpretaciones de Tosca, Aida y Carmen la mejor respuesta del público, asegurándose un lugar entre los grandes tenores del siglo XX.

    El momento más brillante en la carrera de Miguel Fleta ocurrió en 1926 cuando Arturo Toscanini le escogió para cantar en La Scala de Milán el papel de Calaf en el estreno póstumo de la ópera Turandot de Puccini.

    También abordó a partir de 1928 el repertorio de la Zarzuela y las canciones populares españolas, alcanzando la misma fama que en la ópera.

Artículos complementarios

    Plácido Domingo

    Alfredo Kraus

    Teresa Berganza

    Pilar Lorengar

    Manuel Vicente García

    La Zarzuela

    La Jota

La humanista y catedrática Luisa de Medrano

Al amparo de la reina Isabel la Católica desarrolló toda su capacidad personal e intelectual Luisa de Medrano Bravo de Lagunas, nacida el año 1484 en la entonces localidad soriana de Atienza, posteriormente alcarreña. Humanista, poeta, elocuente y erudita, figura como la primera catedrática en la historia de España.

    La influencia de Isabel la Católica, aventajada estudiante de latín y patrocinadora de la educación femenina, determinó en Luisa, como también en Beatriz Galindo, preceptora de la reina, su afinidad por la cultura clásica y las lenguas cultas formándola como humanista, poeta y catedrática de cánones en la Universidad de Salamanca y sustituta de Antonio de Nebrija el año 1508; la primera catedrática que hubo en España. Su hermano Luis fue también catedrático y además rector de la Universidad de Salamanca.

     Su abuelo y su padre, Diego López de Medrano, combatieron en la guerra de Granada, falleciendo ambos. En agradecimiento a tal servicio, la reina Isabel se hizo cargo de la madre de Luisa, Magdalena Bravo de Lagunas, y de la educación de los nueve hijos del matrimonio. Los primogénitos fueron heredando el cargo de alcaides de Atienza, mientras que su hermana Catalina, tras servir en la corte, se convirtió en mecenas de la villa, financiando la capilla del convento de San Francisco como panteón familiar.

Luisa de Medrano es contemporánea de mujeres ilustres como Beatriz Galindo La Latina; Beatriz de Bobadilla, consejera y dama preferida de la reina Isabel; Beatriz de Silva, santa, fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción; María Pacheco, docta en latín y griego, en medicina y matemática y muy leída en la Santa Escritura y en todo género de historia; Mencía de Mendoza, noble ilustrada y mecenas de las artes; Juana I de Castilla y Catalina de Aragón, hijas de los Reyes Católicos formadas en humanidades y política para ser reinas y embajadoras de España.

    De Luisa de Medrano habla en su Cronicón el canónico de Sigüenza y después rector de la Universidad de Salamanca, Pedro de Torres; y habla el latino Lucio Marineo Sículo en su Opus Epistolarum, escrita 1514, y en Rebus Hispaniae Memorabilibus  (De las cosas memorables de España), que tratando a Luisa en su impartición docente expresó admirado: “Tú que en las letras y elocuencia has levantado bien alta la cabeza por encima de los hombres, que eres en España la única niña y tierna joven que trabajas con diligencia y aplicación no la lana sino el libro; no el huso sino la pluma; no la aguja sino el estilo”.

Artículos complementarios

    Isabel la Católica

    Antonio de Nebrija

    Pedro Laín Entralgo

Memoria recobrada (1931-1939) LXXI

Recordemos aquello que fue y por qué sucedió. Esta entrega presenta en sucinta biografía la actividad criminal de seis destacados chequistas.

Alfonso Laurencic

Ha pasado a la historia como un criminal diseñador de checas y mecanismos de tortura. Pero antes de tales monstruosidades, en las filas del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) y por ende en el conglomerado del Frente Popular, participó en asaltos, incendios, saqueos, detenciones y matanzas. Paradójicamente, apresado por el Servicio de Información Militar (SIM) que dirigía el socialista Indalecio Prieto e ingresado en una checa, convenció a sus captores para que le permitieran “optimizar los resultados” de aquellos establecimientos de prisión y tortura.

    En la checa de la barcelonesa calle Vallmajor número 1, antiguo convento, denominada Preventorio D, dispuso dos cuerpos de actividad complementaria: el de la prisión y el de los interrogatorios, unidos por un pasillo subterráneo escalonado por el que los presos caminaban a oscuras y tropezando. Al finalizar el pasadizo surgía una zanja o fosa y más allá, tras un recodo, en un espacio anegado por el agua estaba ubicada una pequeña celda con anillas para introducir pies y manos en sus paredes donde el preso o aguardaba para ser interrogado o veía y le veían pasar los que iban a ser interrogados.

    En la que fuera capilla del convento quedaron habilitadas numerosas celdas sin techo y con luz artificial permanente.

    Las celdas de castigo, o celdas psicotécnicas, eran de dos metros y medio de longitud, uno y medio de anchura y dos de altura con el techo pintado en negro con figuras geométricas mareantes y un cromatismo chillón de rojos, azules, amarillos y verdes para alterar cualquier sensibilidad, mientras en las paredes aparecían pintadas líneas horizontales en esos mismo colores sobre fondo gris; estaban alquitranadas por dentro y por fuera para convertirlas en hornos; disponían de un camastro adosado a una de las paredes y de obra de metro y medio de largo, que obligaba a encogerse, y sesenta centímetros de ancho, que sacaba fuera las rodillas y parte de las piernas, además con una inclinación del veinte por ciento que impedía dormir; el suelo estaba tachonado por ladrillos de canto, en horizontal y en perpendicular entre sí, obstaculizando el moverse por la celda iluminada las veinticuatro horas con luz artificial.

    Las celdas armario estaban construidas en madera y sus dimensiones eran de cincuenta centímetros de ancho por cuarenta de profundidad y una altura graduable, ya que el techo era una plancha movible, rebajado a medida que impedía que se pudiera mantener el cuerpo derecho; había un asiento de cemento de trece centímetros de superficie colocado a sesenta y cinco centímetros de altura, obligando a la víctima a mantenerse sobre las puntas de los pies; por un ventanuco que incidía en los ojos pasaba la luz de un potente foco.

    En la checa de la calle San Elías, en el barrio barcelonés de San Gervasio, los métodos de tortura fueron similares, aunque con aplicación de nuevas técnicas. La celda nevera, inmersa en agua hasta una altura de cuarenta centímetros, con paredes dobles y un hueco medianero también inundado, a la que se accedía descendiendo una escalera de caracol sin barandilla. La celda del metrónomo, carentes de luz y ventilación, de cuatro metros cuadrados, provista con unos respiradores que evitaban la asfixia del preso; fijados ladrillos de canto en el suelo y con un camastro de cemento a un metro de altura del suelo y separado del techo apenas sesenta centímetros y con la superficie salpicada de estrías cortantes; en el pasillo y sobre una repisa situada entre dos celdas estaba el metrónomo con su monótono y obsesivo son. En el centro de la sala de interrogatorios aparecía una silla eléctrica; a la víctima se la descalzaba, se le mojaban los pies con agua y se colocaban sobre unas hormas metálicas y las muñecas ceñidas por electrodos; las descargas eléctricas duraban medio minuto y su aplicación era regulada por un reostato.

    Detenido, juzgado y condenado a muerte, la sentencia del comunista francés Alfonso Laurencic, “el hombre de las checas y artista de la tortura”, tuvo efecto el 9 de julio de 1939.

Santiago Carrillo, Segundo Serrano y Ángel Galarza

La Delegación de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid fue la responsable de las sacas efectuadas en las cárceles madrileñas de Ventas, San Antón, Porlier y Modelo.

    El día 6 de noviembre de 1936 fue nombrado Consejero de Orden público de la Junta de Defensa de Madrid el comunista, antes socialista, Santiago Carrillo Solares, y su número dos Segundo Serrano Poncela, también integrante de las Juventudes Socialistas Unificadas, con responsabilidad sobre las cárceles madrileñas; ambos ejercieron sus cargos hasta el 24 de diciembre de 1936.

    La madrugada del 7 de noviembre tuvo lugar la reunión inaugural del Consejo, presidida por Santiago Carrillo, al cabo de la cual se produjo la primera saca de la cárcel Modelo con las víctimas conducidas a Paracuellos de Jarama para su asesinato. Inmediatamente siguieron las demás sacas.

    Pero no fue esa la primera saca, ya que entre el 28 y el 29 de octubre de 1936 se llevó a efecto la saca de la cárcel de Ventas, autorizada por el socialista ministro de la Gobernación Ángel Galarza Gago, presidiendo el gobierno el también socialista Francisco Largo Caballero, con el resultado de treinta y dos asesinados.

Margarita Nelken

Una vida sentimental triste, más bien desairada como mostraba su físico, pese a una inteligencia despierta, provocaría en Margarita Nelken Mansberger el rechazo y odio visceral al hombre y a la mujer con atractivo y éxito; en palabras de Edgar Neville.

    Margarita Nelken representó la simbiosis genuina entre las checas y las sacas.

    Su aspecto tornó agresivo de la infancia a la adolescencia, y la transformación se completó deshumanizada en su carácter, espíritu y modo de actuar.

    Estas son algunas de las descripciones que suscitó en quienes la trataron o, simplemente, la conocieron por sus obras.

    “En ella todo era repulsión”. “Había arrastrado una triste vida sentimental. Los hombres que se le habían acercado eran como ella, de oficinas oscuras, de plataforma de tranvía de las afueras; sin la gracia paleta de los hombres del pueblo y sin el estilo de los hombres de raza” (Edgar Neville).

    “Es la indiscreción en persona. Ha salido con los votos socialistas, pero el partido socialista ha tardado en admitirla en su seno, y las Cortes también han tardado mucho en admitirla como diputado. Se necesita vanidad y ambición para pasar por todo lo que ha pasado la Nelken hasta conseguir sentarse en el Congreso” (Manuel Azaña).

    Tres corresponsales extranjeros, además del cónsul de Noruega en Madrid, Félix Schlayer, pionero en la revelación y denuncia de los crímenes, testimoniaron los asesinatos en Paracuellos de Jarama, Aravaca y Torrejón de Ardoz, lugares donde fueron conducidos los sacados de las cárceles madrileñas, y de la participación en ellos de Margarita Nelken. Tras una saca de presos en la cárcel Modelo “los arrimaron a la pared, los abrieron de brazos y piernas y los crucificaron. A uno o dos los pusieron de cabeza abajo. Mojaron a todos con gasolina, y para acabar les prendieron fuego. No escapó ni uno” (José Augusto, 17 de agosto de 1936, Diario de Noticias). Félix Correia añade: “Estábamos asombrados e indignados. Asistían a esto, tan aterrorizados como nosotros, nuestros compañeros Leopoldo Nunes, José Augusto y el periodista francés que escribe en Le Matin, Guillaume de Brassy. Pero lo que parece imposible es que haya naciones que por acción u omisión estén ayudando a estos bárbaros que avergüenzan a la especie humana”. Entre aquellos bárbaros que disfrutaban con el espectáculo de muerte estaba Margarita Nelken. Como diputada socialista disponía de los medios que le autorizaban a sacar de la cárcel Modelo a los presos que deseara y en la cantidad que estimase pertinente para ser conducidos a la muerte.

    Margarita Nelken fue la primera mujer en obtener el acta de diputado en España, integrada en la lista del PSOE. Sin embargo, se negó a conceder el voto femenino aduciendo que recaería en el lado conservador puesto que “la mujer española era ignorante y paleta, dada a consultar con el confesor también la intención de voto”; luego resultaba necesario privarlas de ese derecho ya que “poner un voto en manos de la mujer es hoy, en España, realizar uno de los mayores anhelos del elemento reaccionario”. Para Nelken únicamente existían dos tipos de mujeres: las que eran como ella y las demás. Leopoldo Nunes la definió como “ese monstruo de perversidad en el que no cabe la calificación de mujer”. Su odio al hombre lo retrató Edgar Neville: “Ella sabía que había algo más en el mundo de Gordón Ordax [Félix Gordón Ordás] y Basilio Álvarez [Basilio Álvarez Rodríguez], pero a los demás hombres ella los vio siempre, a través de sus impertinentes, alejarse con otras, con aquéllas que hoy hacía fusilar”. “En aquel terrible Madrid de agosto del 36, cuando el terror llegaba al máximo, apareció una noche en Claridad un artículo de Margarita Nelken en que pedía a las milicias no se limitaran a asesinar hombres, sino que incluyeran en ‘los paseos’ a las esposas, novias o hermanas de los perseguidos. […]. Eran las feas en celo, las contrahechas en rebelión, supurando odio y envidia, vengando en aquellas víctimas un daño del que eran inocentes, vengando el desaire perpetuo de los hombres hacia ellas”.

    Encontró Margarita Nelken en Dolores Ibárruri, alias pasionaria, una aliada y una rival; un espíritu afín y la horma de su zapato.

    El odio de Dolores Ibárruri quedó reflejado en la entrevista que Félix Schlayer sostuvo con la dirigente comunista. “Hacia el final de la conversación le pregunté cómo se imaginaba ella que las dos mitades de España, separadas la una de la otra por un odio tan abismal, pudieran vivir otra vez como sólo un pueblo y soportarse mutuamente. Entonces estalló todo su apasionamiento: ‘¡Eso es simplemente imposible! ¡no cabe más solución que la de que una mitad de España extermine a la otra!’. Schlayer añadió en su crónica la siguiente apostilla: “No podía, por tanto, quejarse si la parte contraria le había aceptado la receta”.

    Al pasarse del PSOE al PCE, Margarita Nelken “esperaba ocupar en el partido comunista el lugar que le correspondía por sus méritos, infinitamente superiores intelectualmente hablando, a los de Dolores Ibárruri. Pero la plaza estaba tomada y Dolores la defendía con uñas y dientes”, en versión de la anarquista Federica Montseny. Dolores Ibárruri era de una extracción social inferior, pero como las comodidades ni la cultura habían pulido los instintos primarios en Margarita Nelken, eran tal para cual y eso las enfrentaba. Dolores Ibárruri apreció enseguida la sustancia de la otra y no permitió que la desbancara en el PCE. Margarita Nelken rabiaba porque alguien de menos categoría que ella se llevara los titulares y el clamor popular.

    La historiadora Yolanda Cabezuelo Arenas ha investigado la participación criminal de Margarita Nelken durante la Segunda República y la guerra civil consecuente. La diputada socialista y comunista estuvo presente y activa en las checas y en las sacas, y con su distinción entre mujeres y hembras señalaba a estas últimas, declaradas enemigas, como alimañas que debían eliminarse: “A las alimañas se las aplasta por eso, porque son alimañas, y a las fieras dañinas, el hombre debe suprimirlas para salvaguardia de la Humanidad”.

    Quien ejerciera como ministro de Justicia desde noviembre de 1936 a mayo de 1937, el anarquista Juan García Oliver, dejó constancia de los actos criminales protagonizados por Margarita Nelken que ella misma le había confesado. En su obra El eco de los pasos, que aquí resume Yolanda Cabezuelo Arenas, se lee en la página 306 al relatar una conversación con Eduardo Val, secretario del Comité de Defensa de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) que le dijo: “Quiero apercibirte de los manejos que se trae la comunista Margarita Nelken, que al frente de un comité de Juventudes Socialistas Unificadas es quien asume las funciones ejecutivas de la justicia en Madrid. Opera camuflada en una pequeña oficina del Ministerio de la Guerra. Ten cuidado con los que la rodean; la mayor parte son jóvenes guardias de Asalto vestidos de paisano”. En la página 309 se lee al respecto de Margarita Nelken: “Lo que se murmuraba sobre las actividades a que se dedicaba la Nelken y los fugaces resplandores que dejaban a su paso los núcleos de jóvenes socialistas unificados que ella acaudillaba, no se sabía si por mandato de los jefes comunistas o porque ella quisiese imitar a los socialistas revolucionarios de izquierda de la revolución rusa, entre los que tanta preponderancia tuvieron en el pasado las mujeres de acción, como la Perovskaia [la terrorista rusa Sophia Perovskaya, integrada en la organización socialista Narodnaya Volya] y la Spiridónova [la también terrorista rusa Mariya Spiridónova, dirigente del Partido Socialrevolucionario de Izquierda]”. En la página 310 se lee lo sucedido en un encuentro entre ambos en el que García Oliver le advirtió: “Solamente vengo a rogarte que te apartes de todo cuanto parezca ejercicio de la justicia. De hoy en adelante correré con las responsabilidades. Pero solamente con las mías”. “Tú, intelectual de valía, militante socialista de hace muchos años, ¿crees que con vuestras andanzas nocturnas estáis haciendo la revolución?” En la página 311 se lee sobre Nelken: “Conocedora del nihilismo, del socialismo revolucionario de izquierda ruso y del espartaquismo alemán, hizo un esfuerzo por parecerse a Spiridinova, Peroskaia y Luxemburgo [Rosa Luxemburgo, dirigente comunista], equivocando el camino al tomar el de la acción terrorista irresponsable, que empezó, según me contara ella misma, en la matanza de los derechistas detenidos en la cárcel Modelo de Madrid y prosiguió en aquellas noches de espanto, luchando a su manera contra el bandolerismo sangriento de la quinta columna”. En la página 346 se lee al hablar “de los grupos de ejecución que capitaneaba Margarita Nelken en Madrid”. En la página 364 refiere “los casos de muertes violentas por ‘paseos’ o hechos semejantes, como los derivados de la acción del ‘Tribunal de la Sangre’ de Valencia, los llevados a cabo por la Dirección de Orden Público, los que se cometían en las checas de partidos y organizaciones; en fin, las actividades de Margarita Nelken y sus jóvenes socialistas unificados de Madrid”. En la página 465 se lee la exposición de “los integrantes de las checas, empezando por Margarita Nelken y sus jóvenes socialistas unificados”, y su idea de facilitar a periódicos extranjeros “un abultado expediente de todas las checas comunistas”; iniciativa que dio al traste el presidente Juan Negrín. En la página 366 se lee la conversación entre Juan García Oliver y Mariano Gómez González, presidente del Tribunal Supremo de la República, que Yolanda Cabezuelo Arenas transcribe:

—García Oliver: O rompe ahora mismo esa infamia de proyecto de decreto, o de aquí me paso al despacho del fiscal general de la República y denuncio a usted como ejecutor de la indignidad jurídica más grande que se haya cometido: la de haberse constituido, usted como presidente de un tribunal, en la cárcel Modelo de Madrid y haber juzgado a unos presos, haberlos oído y condenado a muerte, cuando llevaban ya más de 24 horas ejecutados por Margarita Nelken y su grupo de jóvenes socialistas unificados. Y le aseguro que de todo ello tenemos en el extranjero, presto a ser entregado a varios periódicos, un expediente completo.

—Mariano Gómez: ¡Pero cálmese usted, mi querido amigo! ¿Cómo supo usted lo de Margarita Nelken y lo del juicio?

—García Oliver: Me lo contó la propia Margarita Nelken. Después, con paciencia de benedictinos, abrimos sumario.

Rafael Alberti

Responsable de la secretaría en la Alianza de Intelectuales Antifascistas, organismo creado para señalar primero y después eliminar a los considerados enemigos, el comunista Rafael Alberti, pistola al cinto para impresionar a propios y ajenos en la retaguardia —pues como denunciaban los anarquistas y otros milicianos descontentos con su arrogancia y verborrea, ese arma ni su portador nunca estuvieron en el frente—, dejó tras de sí en su huida de España al finalizar la guerra un reguero de horror.

    Escritor de poemas y dictador de paseos, desde el Comité de depuración de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, Alberti y otros colegas que figuraban en la nómina de la revista El mono azul publicaban la columna titulada A paseo, de indudable significado, donde eran nombrados los intelectuales que debían sufrir la pena de la depuración, eufemismo por muerte, a la que se hacían merecedores por su manifiesta oposición a los revolucionarios del Frente Popular. Entre los puestos en la diana estuvieron Miguel de Unamuno, Pedro Muñoz Seca, Manuel García Morente, Fernando Vela, Ernesto Giménez Caballero y Rafael Sánchez Mazas.

    Alberti definió pomposamente su labor en la retaguardia de cívica y cultural, y aunque no lo expresara con la debida claridad, también dedicaba su tiempo y empreño a la propaganda, a la agitación y a infundir el valor del que carecía a los jóvenes de izquierda para que se alistaran en las milicias combatientes de vanguardia: a sacrificarse, a correr riesgos y a defender la causa revolucionaria de sus amos protegidos del fuego y las penurias por los palacetes incautados en Madrid.

    A estas tareas de mucho trabajo intelectual, se sumaba la de visitar las prisiones y checas donde se consumían por el miedo, la tortura y el encierro, las víctimas elegidas por su credo, ideología, modo de vida, fortuna o simplemente represaliadas por el argumento de la envidia y el rencor, que suelen ir unidos. En estas visitas, según los testigos que han podido contarlo, el comunista poeta, solo o acompañado de la cómplice María Teresa León, proponía métodos que ayudaran a recabar confesiones y que facilitaran la anulación de la persona.

    Valga el ejemplo de dos víctimas de gran prestigio, la una asesinada, la otra a salvo por haber escapado a tiempo de la captura, para ilustrar la actividad de la comisión de depuración: Pedro Muñoz Seca y Manuel García Morente. Alberti comunicó a su hermano Vicente, amigo de Muñoz Seca, para quien había solicitado favor, que “lo fusilamos en noviembre”; mejor suerte corrió García Morente al salir a escape una vez conoció que los depuradores, con Alberti a la cabeza, iban a por él al haber propuesto la cesantía, eufemismo por asesinato, de los catedráticos que tildaban de facciosos.